QUE SUCEDIO UN DIA COMO HOY 3 DE DICIEMBRE EN NUESTRA HISTORIA
Tiene como meta fomentar la comprensión de los asuntos relativos a la discapacidad y movilizar el apoyo a la dignidad, los derechos y el bienestar de las personas discapacitadas.
Realizarán exposición sobre Clemente Palma y su literatura fantástica en el Perú
Lunes, 19 de noviembre de 2012 | 5:07 pm
Con el objetivo de brindar información sobre los escritores y géneros menos reconocidos de nuestra literatura, la Casa de la Literatura Peruana inaugurará el próximo miércoles 28 de noviembre la exposición “Clemente Palma y la Literatura Fantástica Peruana”.
De esta manera, los visitantes de la muestra podrán conocer al escritor peruano a través de una línea de vida en la que se exhibirán fotos con su familia, primeras ediciones de sus libros Historietas malignas o la novela XYZ.
Además, en las salas de la exhibición se podrá observar una línea de tiempo que muestra el recorrido del género fantástico en la literatura peruana y de autores poco difundidos como Carlos E. B. Ledgard o José Antonio Román.
Clemente Palma (1872-1946), fue hijo del célebre tradicionista Ricardo Palma y proveniente de una familia de intelectuales, heredó el gusto por la pluma, convirtiéndose en el mayor escritor del siglo XIX en la literatura peruana.
La vida de Clemente Palma desde sus primeros años estuvo ligada a la escritura, entre sus compañeros escolares se encontraba al poeta José Santos Chocano. Realizó estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ejerció una vida dedicada al periodismo cultural.
Cabe destacar que en la historia del cuento literario peruano, la publicación de Cuentos malévolos, consolida a este género narrativo, porque desarrolla la temática fantástica en relatos ya antológicos como el de Los ojos de Lina o La granja blanca e incluso la incursión en el tema de la ciencia ficción en el relato La última rubia.
En la obra de Clemente Palma podemos apreciar las lecturas asimiladas de la obra del escritor norteamericano Edgar Allan Poe y el francés Guy de Maupassant, quienes fueron los grandes narradores del cuento en Estados Unidos y en Francia cuya obra narrativa renovó al cuento literario.
La muestra “Clemente Palma y la Literatura Fantástica Peruana" se inaugurará el miércoles 28 en el auditorio de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Ancash 207, Lima), con la participación de la directora de la CASLIT, Karen Calderón; el Lic. Elton Honores y el embajador y rector de la Academia Diplomática del Perú, Harry Belevan-McBride.
Ministerio de CulturaMinisterio de EducaciónUNMSM
De esta manera, los visitantes de la muestra podrán conocer al escritor peruano a través de una línea de vida en la que se exhibirán fotos con su familia, primeras ediciones de sus libros Historietas malignas o la novela XYZ.
Además, en las salas de la exhibición se podrá observar una línea de tiempo que muestra el recorrido del género fantástico en la literatura peruana y de autores poco difundidos como Carlos E. B. Ledgard o José Antonio Román.
Clemente Palma (1872-1946), fue hijo del célebre tradicionista Ricardo Palma y proveniente de una familia de intelectuales, heredó el gusto por la pluma, convirtiéndose en el mayor escritor del siglo XIX en la literatura peruana.
La vida de Clemente Palma desde sus primeros años estuvo ligada a la escritura, entre sus compañeros escolares se encontraba al poeta José Santos Chocano. Realizó estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ejerció una vida dedicada al periodismo cultural.
Cabe destacar que en la historia del cuento literario peruano, la publicación de Cuentos malévolos, consolida a este género narrativo, porque desarrolla la temática fantástica en relatos ya antológicos como el de Los ojos de Lina o La granja blanca e incluso la incursión en el tema de la ciencia ficción en el relato La última rubia.
En la obra de Clemente Palma podemos apreciar las lecturas asimiladas de la obra del escritor norteamericano Edgar Allan Poe y el francés Guy de Maupassant, quienes fueron los grandes narradores del cuento en Estados Unidos y en Francia cuya obra narrativa renovó al cuento literario.
La muestra “Clemente Palma y la Literatura Fantástica Peruana" se inaugurará el miércoles 28 en el auditorio de la Casa de la Literatura Peruana (Jr. Ancash 207, Lima), con la participación de la directora de la CASLIT, Karen Calderón; el Lic. Elton Honores y el embajador y rector de la Academia Diplomática del Perú, Harry Belevan-McBride.
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Apodado como el 'Karamanduka' -panecillo pequeño y dulcete que hacía referencia a su baja estatura y pícaro carácter- Ayarza de Morales escribió en las revistas teatrales Música Peruana, Pilsen en Lima y Un Paseo a Burro que tuvieron gran éxito a principios del Siglo XX. Fue crítico festivo de El Comercio y es autor del vals costumbrista La Palizada y Los Ojos del Puente así como de la polka La Borrachera.
Es hermano de Rosa Mercedes Ayarza de Morales, notable compositora, maestra de canto, estudiosa y gran difusora de la música peruana.
1621 Galileo muestra su telescopio
En 1623, Galileo (1564-1642) escribió: "Estamos seguros de que el inventor del telescopio fue un sencillo fabricante de anteojos que, manipulando por casualidad lentes de formas diversas, miró, también casualmente, a través de dos de ellas, una convexa y la otra cóncava, situadas a diversas distancias del ojo; vio y se percató del inesperado resultado y descubrió así el instrumento".
Es probable que esta afortunada combinación de lentes se diera en varios talleres a la vez. El relato más verosímil sitúa el episodio crucial en el taller de un humilde fabricante de anteojos holandés llamado Hans Lippershey, de Middelburg, alrededor del año 1600.
Galileo fue uno de los primeros en enfrentar las dificultades que surgían de la lucha de la ciencia contra la tiranía del sentido común. El gran mensaje del telescopio no era lo que ponía de manifiesto en los objetos de la Tierra, que Galileo podía ir y comprobar en persona a simple vista, sino la infinidad de "otros objetos" que no podían ser examinados en persona, o ser vistos por el ojo humano desprovisto de ayuda.
Galileo Galilei y el telescopio coincidieron por una serie de casualidades, que no tenían nada que ver con la intención de revisar el cosmos ptolomeico, de fomentar el progreso de la astronomía, ni de estudiar la forma del Universo. Los motivos inmediatos residían en las ambiciones militares de la República de Venecia y en el espíritu experimental inspirado por sus empresas comerciales.
El primero en enterarse en Venecia de las noticias del telescopio de Lippershey, fue Paolo Sarpi (1552-1623), amigo de Galileo y polifacético fraile amante de la ciencia. Un extranjero llegó a Venecia y ofreció un telescopio al gobierno veneciano, Sarpi, confiando en que Galileo construiría uno mejor, aconsejó al Senado veneciano que rechazaran el ofrecimiento del extranjero.
En julio de 1609 Galileo respondió a la confianza de Sarpi presentando un telescopio de nueve aumentos, tres veces más potente que el que había ofrecido el extranjero. Para fines de 1609 había construido uno de 30 aumentos, que era el límite del diseño de entonces. Este telescopio pasó a ser conocido como telescopio de Galileo.
Lo que Galileo vio por el telescopio cuando lo apuntó por primera vez al cielo le sorprendió tanto que publicó inmediatamente una descripción de su visión. En marzo de 1610, el Sidereus Nuncius (El mensajero de las estrellas), un folleto de 24 páginas, asombró y causó un gran revuelo en el mundo culto. Galileo, extasiado, describía "la vista más hermosa y encantadoraasuntos de gran interés para todos los observadores de los fenómenos naturalesprimero, por su excelencia natural; segundo, por su absoluta novedad, y, por último, por las características del instrumento con ayuda del cual me ha sido dado contemplar todo ello". Ahora, el telescopio "ponía con claridad ante los ojos del hombre un sinnúmero de astros que no se habían visto nunca antes, y cuya cifra es más de diez veces superior a la de los conocidos anteriormente". Ahora el diámetro de la Luna parecía "unas treinta veces mayor, su superficie unas novecientas veces y su masa casi 27 000 veces superior a la que se percibe cuando se ve a simple vista. En consecuencia, cualquiera puede conocer con la certeza propia del uso de los sentidos que la Luna no tiene una superficie lisa y suave, sino áspera e irregular, y que, al igual que la superficie de la Tierra, está llena de protuberancias, profundos abismos y sinuosidades".
El microscopio
No sabemos quién fue el inventor del microscopio. El principal candidato es Zacharias Jansen, humilde fabricante de anteojos también de Middelburg; y probablemente su invención fue tan accidental como la del telescopio. No podía haber sido inventado por alguien que ansiara echar una mirada a un mundo microscópico nunca imaginado hasta entonces. Poco después de que se fabricaran los primeros telescopios, la gente los utilizaba para ver ampliados los objetos cercanos. Al principio, el mismo término italiano, occhialino, o el latino perspicillum, servían tanto para el telescopio como para el microscopio.
Ya en 1625, un miembro de la Accademia del Lincei, el médico naturalista John Faber (1574-1629) ideó un nombre para el nuevo aparato. "El tubo ópticoque me he complacido en llamar, tomando como modelo el telescopio, microscopio, porque permite ver las cosas diminutas".Las mismas sospechas que hicieron que los críticos de Galileo estuvieran poco dispuestos a mirar por el telescopio y luego se mostraran reacios a creer lo que veían, afectaron también al microscopio. El telescopio resultaba de evidente utilidad en el campo de batalla, pero no existían todavía batallas en las que pudiera intervenir el microscopio. Se creía que cualquier artefacto que se interpusiera entre los sentidos y el objeto a percibir no podía hacer otra cosa que inducir a error a las facultades que Dios ha dado al hombre. Y en cierta medida, los toscos microscopios de la época confirmaban esas sospechas. Las aberraciones cromáticas y esféricas todavía producían imágenes confusas.
Robert Hooke (1635-1703) publicó en 1665 su Micrographia, una atractiva miscelánea en la que explicaba su teoría de la luz y el color y sus teorías sobre la combustión y la respiración, junto con una descripción del microscopio y de sus usos. Pero la extendida desconfianza respecto a las ilusiones ópticas perjudicaría también a Hooke. Al principio, el nuevo mundo que afirmaba ver a través de sus lentes también fue motivo de escarnio general.
Antoni van Leeuwenhoek (1632-1723) fue con su microscopio el primer promotor de esta nueva ciencia de la exploración de otros mundos. En Delft, donde nació, se ganaba bien la vida vendiendo seda, lana, algodón, botones y cintas a los burgueses acomodados de la ciudad y percibía una substanciosa renta como presidente del Consejo Municipal, inspector de pesos y medidas y agrimensor de la corte. No asistió nunca a la universidad y durante sus noventa años de vida sólo salió dos veces de Holanda, una para ir a Amberes y otra a Inglaterra.
Los pañeros meticulosos como Leeuwenhoek tenían por costumbre usar una lupa de pocos aumentos para estudiar la calidad de las telas. Su primer microscopio fue una pequeña lente, pulida a mano a partir de una esfera de vidrio, sujeta entre dos placas de metal perforadas, a través de las cuales se miraba el objeto. Unido a esto había un dispositivo ajustable en el que se colocaba el objeto de estudio. Todos sus trabajos fueron realizados siempre con microscopios "simples", es decir, que usaban un sistema de lente única. Leeuwenhoek fabricó unas quinientas cincuenta lentes, de las cuales la mejor tenía una potencia de aumento de 500 y un poder de resolución de una millonésima de metro.
En septiembre de 1674, por pura curiosidad, llenó un frasco de cristal de un agua turbia y verdosa, que la gente de campo llamaba "rocío de miel", procedente de un lago pantanoso situado a 3 kilómetros de Delft, y bajo la lente de aumento descubrió "muchísimos animálculos diminutos". A continuación dirigió su microscopio hacia una gota de agua de pimienta, infusión a base de pimienta negra utilizada en sus observaciones: "Entonces vi con gran claridad que se trataba de pequeñas anguilas o lombrices apiñadas y culebreando, igual que si viera a simple vista un charco lleno de pequeñas anguilas y agua, todas retorciéndose unas encima de otras, y parecía que toda el agua estaba viva y llena de estos múltiples animálculos. Para mí, ésta fue, entre todas las maravillas que he descubierto en la naturaleza, la más maravillosa de todas; y he de decir, en lo que a mí concierne, que no se ha presentado ante mis ojos ninguna visión más agradable que esos miles de criaturas vivientes, todas vivas en una diminuta gota de agua, moviéndose unas junto a otras, y cada una de ellas con su propio movimiento"
Leeuwenhoek echo en un tubo fino de cristal una cantidad de agua equivalente a una semilla de mijo, señaló treinta divisiones en el tubo, "y a continuación lo coloqué ante mi microscopio mediante dos muelles de plata o de cobre que he instalado allípara poder subirlo o bajarlo". Quien en aquella época visitaba su taller quedaba asombrado. "Suponiendo que este caballero viera en realidad 1000 animálculos en un partícula treinta veces menor que una semilla de mijo, eso querría decir que en una cantidad de agua igual a una semilla de mijo habría 30 000 criaturas vivas, y, por tanto, 273 000 criaturas vivas en una sola gota de agua". No obstante --añadía Leeuwenhoek- existían criaturas mucho más pequeñas que no eran visibles para el visitante, "pero que yo veía mediante otros cristales y un método diferente (que me guarde para mí solo)".
No es de extrañar que quienes leían estos relatos fueran acosados por las dudas. Algunos lo acusaron "de ver más con su imaginación que con sus cristales de aumento". A fin de convencer a la Royal Society, Leeuwenhoek recogió declaraciones firmadas de testigos oculares, que no eran científicos sino, simplemente, ciudadanos respetables, notarios públicos, el pastor de la congregación inglesa en Delft, y otros.
Explorador infatigable, Leeuwenhoek explicó el sabor picante de la pimienta por su espinosa textura microscópica, y el crecimiento humano por la "preformación" de órganos en el esperma. Pero también abrió panoramas nuevos en la microbiología, la embriología, la histología, la entomología, la botánica y la cristalografía. Su bien ganada elección como miembro de la Royal Society de Londres le fue otorgada el 8 de febrero de 1680.
Bibliografía
D. J. Boorstin, Los descubridores, Editorial Crítica (Grijalvo), México, 1988
1919 Muere el pintor Auguste renoir
Pierre Auguste Renoir (25 de febrero de 1841 - 3 de diciembre de 1919), es uno de los más célebres pintores franceses. No es fácil clasificarlo: perteneció a la escuela impresionista, pero se separó de ella rápidamente por su interés por la pintura de cuerpos femeninos sobre los paisajes.[1] [2] [3] El pintor Rafael tuvo una gran influencia en él. [cita requerida]
El impresionismo es un movimiento pictórico que surge en Francia a finales del siglo XIX, en contra de las fórmulas artísticas impuestas por la Academia Francesa de Bellas Artes, que fijaba los modelos a seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales en el Salón parisino.
El objetivo de los impresionistas era conseguir una representación del mundo espontánea y directa, en pinturas creadas directamente "in situ", no elaboradas en el taller tal y como se estilaba hasta entonces. En parte por la necesidad de abreviar la ejecución, se recurre a una pincelada rápida y suelta, y a formatos manejables frente a los formatos monumentales típicos de la pintura académica.
Renoir, ofrece una interpretación más sensual del impresionismo, más inclinada a lo ornamental y a la belleza. No suele incidir en lo más áspero de la vida moderna, como a veces hicieron Manet y Van Gogh. Mantuvo siempre un pie en la tradición; se puso en relación con los pintores del siglo XVIII que mostraban la sociedad galante del rococó, como Watteau.
En sus creaciones muestra la alegría de vivir, incluso cuando los protagonistas son trabajadores. Siempre son personajes que se divierten, en una naturaleza agradable. Se le puede emparentar por ello con Henri Matisse, a pesar de sus estilos distintos. Trató temas de flores, escenas dulces de niños y mujeres y sobre todo el desnudo femenino, que recuerda a Rubens por las formas gruesas. En cuanto a su estilo y técnica se nota en él un fuerte influjo de Corot.
Renoir posee una vibrante y luminosa paleta que hace de él un impresionista muy especial. "El palco", "El columpio", "El Moulin de la Galette", "Le dèjeuner des canotiers", "Bañistas", son sus obras más representativas
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1967 Christian Barnard realiza el primer transplante de corazón humano, en Capetown, Sudáfrica
Christiaan Neethling Barnard (8 de noviembre de 1922 - 2 de septiembre de 2001) fue un médico cirujano sudafricano y ha pasado a la historia por ser el primero en realizar un trasplante de corazón humano del que se tiene constancia.
Se doctoró en la Universidad de Ciudad del Cabo, donde se había graduado en 1953, e inició su carrera como médico cirujano general en el Hospital Groote Schuur (Ciudad del Cabo). Fue en 1955 cuando obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Minessota (Estados Unidos), donde se doctoró como especialista en cardiología en 1958. Fue alumno aventajado del doctor Owen H. Gesteen y fue éste quién le introdujo en la ciencia cardiovascular. El doctor Shumway le familiarizó con la técnica de trasplantes de corazón con animales.
A su regreso, Barnard practicó el trasplante de corazón con perros y en 1962 fue nombrado jefe de cirugía torácica en el mismo hospital donde ejerció antes de doctorarse: el Groote Schuur. En 1954 tuvo lugar el primer trasplante de riñón y Barnard realizó el primero en Sudáfrica en 1959.
[editar] Primer trasplante de corazón
El 3 de diciembre de 1967 los periódicos de todo el mundo recogieron la noticia: un médico sudafricano había realizado el primer trasplante de corazón en una persona. La donante fue Dénise Darvall, una joven oficinista de 25 años que falleció al ser atropellada, junto a su madre. El donado fue Louis Washkansky, un comerciante corpulento de 56 años desahuciado por un irreversible problema cardíaco y una diabetes aguda. La operación fue llevada a cabo por veinte cirujanos a las órdenes de Barnard y duró seis horas. Cuando el paciente se despertó, declaró que se sentía mucho mejor con el nuevo corazón. En ese momento, tanto médico como paciente, se hicieron famosos. Pero, uno de ellos no lo disfrutó durante mucho tiempo: dieciocho días después de recibir un nuevo corazón, Louis Washkansky falleció por una neumonía. Era la madrugada de 21 de diciembre de 1967.
El 2 de enero de 1968 tuvo lugar el segundo trasplante. El donante era un mulato llamado Clive Haupt y el receptor el doctor Philip Blaiberg. El doctor vivió 563 días más, es decir, prácticamente un año y medio.
Fue en 1974 cuando se realizó, por primera vez en el mundo, un doble trasplante de corazón. La operación consistió en añadir un corazón más sano a otro enfermo para «ayudarle» a cumplir las funciones del primero.
[editar] Vida privada
En 1970 se divorció de su primera esposa, Louwtjie, que le había dado dos hijos: André, que se suicidaría en 1984 a causa de la separación de sus padres (según diagnóstico de su psiquiatra y apreciación del propio progenitor), y Deirdre. Aquel mismo año se casó con la rica heredera Barbara Zoellner, de diecinueve años, hija del multimillonario alemán Frederick Zoellner, afincado en Johannesburgo y conocido como el «rey del acero».
En los años ochenta, su esposa Barbara puso fin a su matrimonio y se casó posteriormente con un hombre de negocios portugués. Barnard intentó rehacer su vida con la modelo Evelyn Entleder, de veinticuatro años, quien lo abandonó también. Finalmente, encontró el equilibrio sentimental con otra modelo cuarenta y un años más joven que él, Karen Setzkorn, con la que contrajo matrimonio en 1983 y con la que tendría dos hijos más, Armin y Lara, que nació cuando Barnard contaba setenta y cuatro años de edad.
[editar] Últimos años
En 1981, año en que promovía su libro La máquina del cuerpo, la artritis que padecía desde 1956 se agravó hasta impedirle el ejercicio de su profesión sin graves riesgos para el paciente.
En 1983, después de trabajar en un hospital de Estados Unidos, abandonó definitivamente el ejercicio de la cirugía, pero a pesar de los achaques, el desprestigio entre sus colegas y la pérdida de popularidad, intentó abrirse nuevos caminos. Hasta entonces había realizado alrededor de 140 trasplantes, entre ellos el del corazón de un mandril a una enferma de veinticinco años que murió a las pocas horas.
A partir de 1987 se dedicó a la investigación médica y dirigió cuatro equipos en el Instituto Max Planck y en la Universidad de Heidelberg, ambos en Alemania, un tercero en la Universidad de Oklahoma, en Estados Unidos, y, por último, otro en Suiza. Esos equipos realizaron estudios orientados a descubrir las causas del envejecimiento de los organismos y los factores biológicos presentes en el feto y que desaparecen al nacer éste.
Además de coordinar esos equipos, se ocupó de su inmensa granja de ovejas cerca de Ciudad del Cabo, donde, además, intentó reintroducir animales salvajes que originariamente ocupaban aquellos parajes. En 1993 publicó su autobiografía, La segunda vida, donde además de hablar de su trayectoria profesional exponía con detalle sus idilios con mujeres famosas. En sus viajes y conferencias insistía en lo que fue la obsesión de sus últimos días: inculcar a la sociedad la necesidad de la donación de órganos.
En marzo de 2001 aún dió muestras de protagonismo al publicar Cincuenta fórmulas para un corazón sano. El 2 de septiembre fallecía en Chipre a los setenta y ocho años de edad, víctima de un ataque de asma, no de un ataque cardíaco como publicó la prensa a las pocas horas del fallecimiento. Ese mismo año, el implante en un paciente estadounidense del corazón artificial Abiocor como un órgano permanente constituyó un hito que no empequeñece de forma alguna la proeza realizada por Barnard, sino que constituye una nueva etapa que se inicia en la técnica de trasplantes de órganos.
[editar] Obras
- Human cardiac transplantation. 1968
- One life. 1969
- Heart Attack: You Don’t Have To Die. 1971
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